sábado, 5 de junio de 2010

De los que se van a caer, a los que se han caido.

Ayer fue el día de mi estreno. He dejado de ser de los moteros que se van a caer, a los que se han caído.
A las 3 15, entrando en la autopista, íbamos en caravana incorporándonos. El primer coche que iba, no se por que, freno y todos los que íbamos detrás hicimos lo mismo. Estaba mirando la posibilidad de incorporarme cuando volví a mirar al frente y para mi sorpresa, el coche de delante estaba parado. Frene bruscamente con el freno delantero y la rueda comenzó a derrapar. Se comenzó a inclinar y se fue hacia el lado derecho. Conforme iba cayendo, vi que el parachoques del coche delantero se acercaba peligrosamente y ZAS!!!!!!! el carenado de mi chiquilla se hizo añicos. La maneta del freno delantero se quedo en mi mano debido a la fuerza que hice para frenar. Me cai al suelo y me raspe la chupa y el pantalón. La moto se deslizo hasta el carril izquierdo de la autopista. Un amable compañero de moto, me ayudo a levantarme y a mover a mi malherida chiquilla. Estaba herida leve. La llevamos al arcén y le pusimos el caballete. Tras evaluar por encima los daños, vi que solo eran los plásticos, pero no podía andar con ella. Mi moza que iba detrás, se dio un susto de muerte, pero poco a poco se fue tranquilizando al ver que estaba bien. Nos dimos los datos del seguro y la atemorizada conductora prosiguió su viaje. Espere a la grúa y llevamos a mi chiquilla al taller. La semana que viene me darán presupuesto.
Solo espero que no sea graves los daños y que la pueda tener para finales de mes. Yo tengo el tobillo hinchado, la rodilla y el culo quemados y el orgullo muy herido
Así quedo la pobrecilla


















Para la próxima vez, tratare de tener mas cuidado.
Un beso y saludos a todos.

lunes, 24 de mayo de 2010

POR FIN............VIO LA LUZ EL ANSIADO PROYECTO

Hola a todos de nuevo.
Me complace anunciarles que tras 8 meses de gestación, quebraderos de cabeza, lloros por los bancos y demás lugares, puedo anunciar que ya es una realidad.
Eso que tanto he ansiado, buscado, peleado, ha emergido para ser un referente en la escena motera navarra.
Ha abierto sus puertas mi tienda de equipacion de motos. El primer sabado fue un no parar, un ir y venir de gente preguntando precios, caracteristicas, si tienes esto o lo otro. Gracias a poder abrir esta tienda, me he dado cuenta de muchas cosas. Mi pareja me apoya al 200 %, que es algo increible. Siempre está pendiente de lo que a mi se me puede escapar, y aunque haya días que yo sea un ogro, se lo toma con calma, o al menos eso parece. Un beso enorme cariño. TE QUIERO.
Mi familia, a pesar de que mis padres opinasen que estaba loco por empezar mi gran sueño, me han apoyado al 100%. De hecho, sin su firma, los bancos no me habrian dado un duro. Gracias aitas.
También quiero agradecer a todos aquellos que han tomado parte activa o pasiva en la obra, lease, hermanos, cuñados, algunos amigos, etc.
Pues nada, sólo quería haceros partícipes de mi alegría y que sepais que si os comprais moto y os hace falta equipación, llamadme y os recomendare algo bueno bonito y barato. Ya se acaba mi quinceava hora de curro diaria. Ahora a descansar que las 5 dan muy pronto.
Un beso enorme a todos y todas.
Ciao bellas.

lunes, 12 de abril de 2010

Proyectos


Buenas tardes-noches.
Primero, pedir disculpas por no escribir ni contestar durante tanto tiempo.
Tras estos meses de ausencia y de no publicar nada en el blog, me congratula decirles a todos ustedes que en breve, el ansiado proyecto en el que llevo trabajando desde el mes de octubre, al fin, verá la luz.
Va a suponer un gran cambio en mi vida y en la de mi pareja, pero espero que al final sea para bien y todo el tiempo, dinero y esfuerzo invertido en él, se convierta en mi medio de vida.
A partir del mes que viene, espero poder terminar el relato de Venezuela, y contaros todo.
Un saludo, y gracias a los que habéis preguntado por mí.
Hasta pronto.

jueves, 8 de octubre de 2009

Y al septimo dia descansó...

Nosotros no podíamos descansar ya que la resaca era bastante importante. Tanto que nos quedamos dormidos. Nos llamaron a la puerta de la habitación para decirnos que o desayunabamos o... Corre corre moño!! que nos quitan el desayuno y solo tenemos alcohol en la tripa... bufff que mareo!!


En fin... la vuelta a Ciudad Bolívar en avioneta fue....para algunos peor que para otros... nos repartimos en dos avionetas por tema de plazas. Fui en una con unos franceses.... no fui mal.... como no entiendo francés no me hablaban.. y como no me hablaban no tenia que hacer esfuerzo por hablar y entender.. así que mi dolor de cabeza iba a menos en vez de a más... Creo que Moño volvió un poco peor, a pesar de ir de co-piloto. Creo que se meneó un poquito el trasto volador no? :P A pesar de todo las vistas volvieron a ser espectaculares.


Una vez en Ciudad Bolívar y otra vez juntos seguimos las andanzas... Conseguimos una habitación bastante chula donde dormir y poder lavar, así que allí les dejamos los muertos, digo... la ropa, y nos fuimos a dar un paseo por una feria que había en la orilla del rió... bastante guay!! pero nada de cámaras, nada de bolso, ni de dinero accesible. Bueno, aparte del dinero de atraco. Por si te atracan había que llevar algo en el bolsillo.. (pero ese era solo para darlo jeje) No faltaron las cervezas fresquitas y el calor asfixiante en la calle.... Por cierto... ya no había resaca!! ¿? (Habrá que irse a vivir a Venezuela? )

Nos recomendaron varios sitios para cenar... así que pillamos un taxi y nos pegamos un homenaje en un restaurante!!! siiiiiiiii por finnn!!!! comimos hasta que nos dolió la tripa ... (es que somos del norte) jaja y taxi hasta la puerta de la pensión... eso de ser blancos llamaba un poco la atención, cagüen..




A dormir!! porque mañana salimos a las 7 de la mañana hacia Tucupita, nos vamos a hacer el Delta del Orinoco...

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sexto día

Como cada día que dormimos en las hamacas, a las seis o así de la mañana, nos levantamos para ver la imponente vista del Salto Ángel desde el campamento de Isla Ratón. Fue algo bestial el observar el salto con una fina bruma que dejaba ver a través de ella la caída de agua. Nos alejamos de las hamacas para no molestar a los que aún dormían, y estuvimos disfrutando en soledad de la belleza y relajación del paisaje y los sonidos de los animales. Poco a poco, los demás fueron levantándose y todos estábamos sorprendidos con la belleza del lugar. Nos sirvieron café, y un poco más tarde el desayuno.





A eso de las ocho de la mañana, nos fuimos hacia el bote para iniciar el regreso a Canaima, lugar donde dormiríamos la segunda noche, y disfrutaríamos del Salto Sapo. Comenzamos el regreso, y a mitad de camino, tuvimos que bajarnos de la curiara para que bajasen unos rápidos que eran peligrosos bajarlos con gente. Caminamos unos 45 minutos por una llanura con un sol de justicia martilleando la cabeza.



Al fin llegamos a Canaima, y nos asignaron las habitaciones. Teníamos nuestra habitación con nuestro propio baño. Por fin, íbamos a dormir en una cama, nos podíamos duchar con tranquilidad, y no bañarnos en el río con un poco de jabón de trozo. En cuanto nos dimos la merecida ducha,salimos con Nuria, Juan Carlos, Ben, Amy y Gabriel, a tomarnos una cerveza. Nos la habíamos ganado.



Después de comer, teníamos un rato libre antes de ir al Salto Sapo. Decidimos ir a la playa a tumbarnos un rato y darnos un baño en las rojas aguas del Orinoco. La playa no era una playa como todo el mundo piensa. Era una playa de río, con agua dulce, cascadas, palmeras y con arena. Era un sitio muy tranquilo y muy paradisiaco. Por allí anduvimos descansando y sacando alguna foto hasta que nos dimos cuenta que era la hora. Teníamos que volver a la recepción para iniciar la excursión.



Todos estábamos allí con ganas de montar de nuevo en la curiara. Solo teníamos que cruzar la laguna, pero era bastante grande y era peligroso cruzar a nado por las corrientes que se formaban con las cascadas. Llegamos a la otra orilla, y comenzamos a caminar durante un rato entre arboles. Llegamos a nuestro destino, y Gabriel nos dijo que dejásemos las cámaras de fotos en esa orilla, que el las llevaría en una bolsa para que no se mojasen. Y mas vale que lo hizo. Comenzamos a pasar por la parte de atrás de la cascada, y parecía como si estuviésemos en un túnel de lavado. Menuda forma de caer agua, y eso que sólo llevaba la mitad de caudal que lo que lleva de normal.

Volvimos a la playa donde nos había dejado la curiara, y nos volvimos al campamento para prepararnos para la cena, y la posterior juerga que Gabriel nos había prometido.

Cenamos, y nos fuimos a los bares que había en Canaima a tomar unos rones y bailar un poco de salsa. En el primero, entramos y salimos rápidamente por que no había ron. Llegamos al segundo, y tampoco había ron. Estuvimos un rato debatiendo que hacer, y al final, a los españoles se nos ocurrió una maravillosa idea: comprar unas botellas de ron y bebernoslas en la playa.
Los franceses y los ingleses, no quisieron ron, sólo querían beber cerveza así que compramos sólo seis botellas para los diez que estábamos. Se nos unieron Alexander y "Semillita", dos guías del campamento, que a la hora de beber, eran unas maquinas. A las dos horas, las cuatro botellas estaban vacías, y no teníamos ninguna gana de irnos a dormir. Los guías se fueron a comprar más en el "mercado negro", y los franceses, ingleses y tres italianas se fueron a dormir. Nosotros estuvimos allí bebiendo y hablando hasta que se acabo todo el ron. Se nos unieron un par de chicos de seguridad, a los cuales hubo que sobornar con algo de ron jejeje.




Cuando todo acabó, nos fuimos poco a poco a dormir, cada oveja con su pareja, y cada uno con una cogorza mayor.

Seguirá.............

Sexta parte o Quinto día

A las nueve de la noche, montábamos en un autobús con destino a Ciudad Bolívar. Este autobús era un estilo al que nos trajo de Caracas, pero la diferencia es que no íbamos en la parte trasera, sino por medio. La carretera era muy similar.
Comenzamos el viaje, y no salimos de nuestro asombro, cuando nos dimos cuenta que el chófer, no cerraba la puerta. Íbamos a ir todo el viaje con la puerta abierta!!!!. Todo transcurría con la normalidad venezolana, muchos baches, calor y música salsa, merengue, etc. Tras tres horas de viaje, hizo una parada para que fuésemos al baño. Y de ahí, hasta el destino, quedaban unas siete horas, en las cuáles no iba a hacer ninguna parada. Es asombroso el aguante que tienen allí.


A eso de las siete de la mañana, llegamos a la terminal de autobuses de Ciudad Bolívar, en la cual nos estaba esperando Luis Guillermo, el dueño de la agencia con la que íbamos a hacer el tour del Salto Ángel. Nos llevo en taxi al aeropuerto, nos consiguió un desayuno, nos preparó los papeles y nos presentó a Mary, su esposa. Nos montaron en un avión con destino a Canaima, y nos despedimos de ellos hasta la vuelta. La avioneta, era un cacharro destartalado de ocho plazas, que daba bastante miedo, pero como no eramos los únicos incautos que montábamos....


Ahí conocimos a una pareja formada por una catalana, que estaba casada con un venezolano, Nuria y Juan Carlos, con los que estuvimos todo el viaje juntos, e hicimos buenas migas. A la llegada, nos comentaron que había un cambio de planes, y que nos preparásemos las cosas justas para irnos a ver el Salto Ángel, y dormir en un campamento en la selva. Nos reunió a todo el grupo nuestro guía, Gabriel se llamaba, y comenzamos el camino a la curiara, la embarcación que nos llevaría a nuestro destino. anduvimos un rato, y llegamos a la curiara.



En ese momento, fue cuando me sentí igual que un inmigrante ilegal tratando de llegar a las costas de otro país, con un sueño.El grupo estaba formado por 4 franceses, 4 italianos, 2 ingleses, 3 españoles y 1 venezolano. Para nuestro gusto, era demasiada gente, pero en Canaima todo está super-organizado. No hay ningún rato libre aparte de los programados. Tras tres horas y media de agonía, llegamos a Isla Ratón, el campamento situado en la base del Salto Ángel. Llovía como si se fuese a acabar el mundo, y el guía nos indicó que debíamos comenzar la ascensión por la selva ya que sino, se nos haría de noche. Pensaba que con lo que estaba cayendo, no veríamos nada,, y él, muy seguro, me dijo que al llegar arriba, estaría despejado.


Comenzamos a ascender por una camino lleno de raíces, agujeros, riachuelos, etc. Al cabo de 45 minutos, llegamos a una bifurcación, donde el camino picaba para arriba que no veas. Poco a poco fuimos ascendiendo, y tras una hora y cuarto, se abrió ante nosotros el espectacular Salto Ángel.






El Salto Ángel, es la mayor caída de agua natural del mundo, con sus 972 metros de altura, y los 30 que hay hasta el primer lugar accesible, forma un kilómetro de caída de agua. El agua, cuando está llegando a la base, llega totalmente pulverizada, como si de lluvia se tratase. Es algo imponente, impresionante, indescriptible lo que llegas a ver en esa maravillosa selva.

Después de media hora observando la majestuosidad de la cascada y de los alrededores, comenzamos el descenso hacia el campamento. Todo lo que antes había sido complicado, ahora lo era multiplicado por dos. No sólo tenías que estar pendiente del suelo, sino de donde ponías el pie, ya que iba anocheciendo, y cada vez veíamos menos. A falta de media hora para llegar, la noche nos alcanzo. El pensamiento que te viene a la cabeza es que con la luz de la luna, verás el camino. Lo que no tienes en cuenta es que estás en medio de la selva, y que no entra ni una sola gota de luz a través de las tupidas copas de los árboles. No veíamos tres en un burro, y para colmo, comenzó a llover de nuevo. Todos nos cogimos o tratábamos de seguir lo mejor posible al que llevábamos delante. Lo que en un principio era media hora, se convirtió en algo más de una hora, y después de pensar en agarrar del cuello a alguien y cagarme en lo más sagrado, llegamos al campamento de Isla Ratón.

Tras cambiarnos de ropa y escurrir la camiseta varias veces, nos cambiamos y dispusimos para la cena. Estuvimos cenando y charlando largo y tendido en el comedor del campamento. Ahí empezamos a conocernos un poquito más, y al abrigo de una botella de ron, hablamos con la pareja de ingleses, que tenían intención de hacer el tour por el Delta del Orinoco a la vez que nosotros.

A las once de la noche, nos fuimos todos a las hamacas a dormir. Unos con olor a pies, y otros con parte de la hamaca humedecida. Estuvimos un rato riéndonos de la situación que habíamos pasado, y al final, caímos rendidos.

Hasta mañana.

martes, 29 de septiembre de 2009

No hay quinta mala

Eran las seis de la mañana, y comenzaban a aparecer los primeros rayos de sol por el horizonte. Nos levantamos de la hamaca, y vimos entre nieblas las impresionantes montañas sagradas de los Piaroa, escondidas entre nieblas, y con el relajante ruido del descenso de las aguas del Orinoco. Era muy pronto y todo el mundo dormía, así que nos fuimos a buscar la foto. Esa que nos sorprendiese y mostrase la majestuosidad del lugar y la paz que se respiraba allí. A la vuelta, todo el mundo estaba levantado y preparándose para la partida hacia el mirador.


A eso de las siete y media, comenzamos a caminar guiados por Pelo Pincho, y flanqueados por Ángel. Así ninguno de nosotros se perdería en medio de la selva.
Cruzamos la comunidad y nos adentramos en la selva. El guía abría camino con el machete, por un camino marcado, cortando las ramas de los arboles que habían comenzado a tapar el sendero. La primera parada la hicimos en la madriguera de una tarántula, en la cual, comenzaron a meter un palo para llamar al insecto y así poder verlo. Parece que la señorita había madrugado y se ha ido a pasear. Continuamos el viaje hacia el mirador a través del tupido vergel. Tras media hora larga de caminata, salimos a una zona despejada de arboles, pero empantanada. Continuamos por ahí, y al fin llegamos al mirador.


Ante nosotros, se abría una vista impresionante de las dos montañas sagradas, rodeadas por un extenso manto que verde, formado por las copas de los arboles de la selva. Esa zona era impenetrable, según decían los guías, incluso para ellos. Habría que entrar con el machete abriendo totalmente un camino nuevo, y teniendo una noción muy clara de a donde se quería llegar. Sino, acabarías perdido seguro. Allí permanecimos alrededor de una hora sacando fotos y observando la belleza del lugar.


Comenzamos el camino de regreso, cuando los mosquitos comenzaron a hacer acto de presencia y a comernos. La vuelta se nos hizo mucho más corta, y sin darnos cuenta, estábamos otra vez en la guarida de la tarántula. Como no la habíamos podido ver a la ida, uno de ellos, se fue a buscar una por la selva, y nos trajo no una, sino dos. Era un artrópodo grande, muy grande. Medía alrededor de quince centímetros de larga, por ocho de ancha. Cuando estábamos observándola, nos dimos cuenta que la antigua moradora de la madriguera, no se había ido a dar un paseo, sino que había fallecido. Su cuerpo estaba medio comido por los insectos al lado de la guarida.


Continuamos el viaje, y al llegar al campamento, Adrián nos había preparado un desayuno excepcional. Comimos en abundancia, y nos dejaron un rato libre para hacer lo que quisiéramos, mientras recogían las cosas para cargarlas en el barco e iniciar el regreso a Puerto Samariapo.
Al montarnos en el bote, nos dieron un chaleco salvavidas, nos invitaron a lanzarnos al agua, para dejar que la corriente nos llevase río abajo. Ese momento fue increíble. Los seis flotando en el agua, en linea, disfrutando de la paz que se respiraba en ese lugar. Fue una pena tener que irse. Más de uno habría pagado por quedarse a vivir allí una temporada.




Nos subimos de nuevo a la barca, y mientras bajábamos el río, comimos alguna fruta, charlamos de las experiencias y de las locuras. La vuelta era mucha más rápida, ya que íbamos a favor de la corriente. Llegamos a una comunidad en la que disponían de tienda, y como no teníamos tabaco ni cervezas, decidimos parar para abastecernos. Mientras comprábamos, Claudio, el chico italiano, me llamo para que fuese con el. Sin pensármelo dos veces, lo seguí. Seguro que había visto algo para hacer el loco, y eso me gustaba. Había unos niños lanzándose desde un árbol al río, y sin pensarlo dos veces, allí que fuimos. nos encaramamos al árbol, y nos lanzamos. Otro subidón de adrenalina para acabar la excursión.

Después de comer en la barca, llegamos al nacimiento del río en el que paramos a la ida. Paramos un rato para disfrutar de aquel remanso de paz, y darnos el último baño.
Continuamos el viaje, y llegamos a Puerto Samariapo, nuestro destino final en el río, pero aún nos quedaba una hora de viaje en un infernal coche. Un land-rover viejo y destartalado en el que viajábamos nueve personas como podíamos. La carretera era francamente mala, llena de baches y sin ninguna marca vial para guiar al conductor. Tuvimos un susto ya que ante nosotros apareció un camión que circulaba con las luces apagadas. Al fin, llegamos a Puerto Ayacucho, y Henry, el dueño de la agencia, nos había agarrado los boletos para el bus a Ciudad Bolívar. Ahora solo nos faltaba saber si a nuestra llegada, podríamos comenzar un nuevo tour. Llamamos y nos confirmaron que podíamos comenzarlo. Ahí comenzó el ajetreo. Teníamos que preparar las mochilas para el viaje de 10 horas, llegar, coger un taxi, y directos al aeropuerto con otra mochila para el siguiente tour. Debíamos despedirnos del artífice de nuestra primera y más gratificante aventura en Venezuela. Si alguna vez vais a Venezuela, no dudéis en ir a Puerto Ayacucho y alojaros en la Posada Manapiare, regentada por Jose y Yesenia. Os trataran de lujo.

Continuará............

martes, 15 de septiembre de 2009

Una parte mas, y van cuatro

Siguiendo con el viaje a Venezuela, el tercer día que estábamos por allí, nos levantamos temprano por la mañana. Eran más o menos las seis (no se la hora por que no lleve reloj ningún día), y había amanecido, así que nos levantamos de la hamaca, y nos adentramos en la selva a hacer unas fotos. Mientras iba amaneciendo se oían los pájaros y comenzábamos a ver por donde pisábamos sin ayuda de la linterna.



Después de un rato dando vueltas y comenzar a perdernos por allí, nos dimos la vuelta para desayunar. Adrián nos preparó unas arepas, con un revuelto para coger fuerzas. Tras el desayuno, metimos todo en la barca de nuevo, y pusimos rumbo hacia otra comunidad.




Ésta era más grande que la anterior, y disponía de médico y escuela primaria para los indígenas. Estuvimos por allí un rato sacando fotos y viendo las casas y su forma de vida. Cada comunidad dispone de un generador, que se conecta hacia las 6 de la tarde y esta durante 4 horas conectado. A las 10 más o menos, se apaga la luz.
Después de la comunidad, pusimos rumbo a la comunidad en la base del cerro Autana. Nos quedaban mas de dos horas de navegación por el río. Pasamos el rato bañándonos, comiendo y bebiendo.


Hacia las tres de la tarde, llegamos al campamento situado a orillas del Orinoco, y el cielo pareció romperse. Empezó a llover como si se fuese a acabar el mundo, así que estuvimos un rato metidos en el barco esperando que parase. Cuando el cielo quiso, dejo de escupir agua sobre la comunidad. Nada más bajar, nos prepararon las hamacas con las mosquiteras en las tiendas destinadas a los turistas que hay en cada comunidad, y nos prepararon algo para comer. Al girarnos, observamos asombrados la majestuosidad del cerro Autana y la cabeza del Indio. Algún día que tenga más tiempo, os contaré la leyenda del cerro Autana, la montaña sagrada de los indios piaroas.


Después de comer, nos fuimos a dar una vuelta por el río hasta una cascada. Una vez allí, nos dijo uno de los indios, a ver si queríamos tirarnos por la cascada. No nos lo pensamos dos veces y nos pusimos los chalecos. Tras subir por uno de los laterales, llegamos al río y nos metimos en él. La corriente te llevaba hacia el centro de la cascada. Una caída de agua en la que te hundías y salías a flote el tiempo justo para coger aire y volver a hundirte. Los que estábamos dentro del agua, teníamos un subidón encima que no se puede explicar, pero los que estaban en la orilla, pensaban que era la última vez que nos verían. Todos salimos bien y llegamos a la orilla. Fue una experiencia increíble.


Volvimos al campamento, y teníamos la cena preparada. Era muy curioso el que mientras nosotros cenábamos, los indios de la comunidad, estaban mirando, esperando a que acabásemos para cenar ellos. Les invitamos a cenar, y no se sentaban con nosotros, hasta que conseguimos que viniese a la mesa, pero se puso en un lado. Como apartado. Como si fuese un bicho raro. Nunca supimos el por que, pero supusimos que era por que otros turistas no les gusta mezclarse con los nativos.


Tras la cena, sacamos el ron que había sobrado de la noche anterior y alrededor de una fogata, en la orilla del Orinoco, dimos buena cuenta de ella y de las cervezas que aún quedaban. A las once de la noche, nos fuimos a la hamaca.





Hasta mañana. Descansad.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Terceras partes nunca fueron buenas??......... Esta sí

Las 6:30 de la mañana... arriba!! preparamos la mochila a la espera de que nos lleven al inicio de la excursión del Cerro Autana. Hace mucho calor, mucha humedad y despues de tantas horas durmiendo..necesitamos comer algo.. así que preguntamos en la posada y nos dicen que caminando por la carretera, en la puerta de la Polar (empresa cervecera) venden arepas.. ñam ñam pues allí que vamos. El trafico es inteso y caótico, caminamos en fila de a uno por el arcen y llegamos hasta una mujer que hacia las arepas en el mismo arcen de la carretera. Nos comemos dos cada uno mientras observamos el mundo, pero mas bien somos nosotros observados un poco como bichos blancos raros jaja así que volvemos caminando otra vez por la carretera.
A la hora acordada viene Ruth a buscarnos en coche para llevarnos al inicio de nuestra aventura. Al final somos cinco personas. Dos franceses, un italiano y dos españoles (parece el principio de un chiste).
Montamos todos en un Jeep (y cuando digo todos quiero decir el conductor, dos guias, los cinco turistas y el que llevará la barca) y salimos de Puerto Ayacucho para llegar al puerto de Samariapo, donde cogeremos la barca. La carretera es un poco infernal, pero ya no nos sorprende tanto, los "huecos" como les llaman allí a los agujeros. Son grandes y la gente conduce como quiere, cada ciertos km hay controles policiales, debe ser porque estamos cerca de Colombia. Llegamos al puerto.


Moño y yo pensamos que ... van a ser tres dias durillos para hidratarse solo a base de agua, así que compramos unas cervecitas (24) y una botella de ron. Claudio (el italiano) pensó que el tenía que comprar mas cervezas... así que nos juntamos con un monton de cervezas que habia que beberse rapido para que no se calentaran.. jeje (ah! no! que Adrian (el guia) llevaba hielo).




Por fin estamos rio adentro.. navegando por el Orinoco.. viendo selva, divisando comunidades indigenas, comiendo papaya, melon, bebiendo cerveza... oliendo la lluvia torrencial. Primera parada.. baño en el nacimiento de un rio de aguas cristalinas.






Continuamos hasta la comunidad donde dormiremos esa noche, estamos en la selva, no se oye nada que no sean bichos. En esta comunidad viven 5 familias. Nos colocan las hamacas donde dormiremos... esto es impresionante. Después de rociarnos en antimosquitos decido irme a sacar fotos por la selva, sola, disfrutando de lo que me rodea (y un poco acojonada porque no deja de ser la selva)




La cena está lista! Adrian nos ha preparado una cena rica y calentita. Mientras cenamos se raja el cielo (es lo que tiene ir en época de lluvias) y descubrimos un sapo saltando por nuestro campamento, pobre bicho, no sabia donde habia caído, como japoneses lo dejamos ciego a flashazos. Despues de la cena... nos bebimos casi la botella de ron. Todos a dormir!!

viernes, 4 de septiembre de 2009

Segunda parte

En el post anterior, os comentaba un poco la idea general de lo que ha sido mi viaje. Era una explicación para ir introduciendo el tema. A partir de aquí, os iré contando como ha sido el viaje, lugares que hemos visitado, gente que hemos conocido y alimentos y bebidas que hemos ingerido.

Llegamos a Caracas a las tres de la tarde, y nada mas bajar del avión, el calor comenzaba a apretar. El 11 de agosto llegábamos allí, y nos estaba esperando Yesenia, la mujer de un hombre de Estella que lleva 26 años viviendo en Venezuela. Nos habían comprado unos billetes de autobús a Puerto Ayacucho, ciudad fronteriza con Colombia, que era el lugar desde el que íbamos a salir en nuestro primer tour. Llevábamos cerca de 20 horas de viaje, y nos quedaban otras 12.

Del aeropuerto, fuimos a Parque Central, a visitar a una amiga, y de ahí, nos acercaron a la terminal de autobuses. Esperamos pacientemente que diesen las 7 de la tarde, pero aquello no es Europa, y la hora allí, es un tema bastante relativo. Si alguien te dice que llegara en cinco minutos, en Europa, es que como mucho se va a retrasar diez, en cambio, en Sudamérica, esos cinco minutos son relativos, y pueden llegar a ser una hora.



A las 7:40, arranco el autobús. Era un autobús viejo y destartalado, nada que ver con todo lo que habíamos oído de los autobuses venezolanos, pero es que claro, íbamos al sur. No veíamos al conductor, ya que entre los primeros asientos y él, había un muro de madera con una puerta, que solo se podía abrir desde fuera. Si querías salir, era imposible. Mejor que no hubiese un incendio, ya que habríamos muerto como ratas achicharradas. En ese momento, una chica subió al autobús intentando vendernos todo tipo de pulseras, collares y avalorios diversos. Al bajarse la chica, subió un mozo con un bolso y se puso a vender chocolatinas, refrescos, agua, etc. Comenzamos el viaje, y mis piernas, era materialmente imposible meterlas en el hueco destinado a tal fin. Íbamos en lo que denominan la cocina, los asientos traseros, y con cada bache del camino, sentía que iba a sentarme encima de mi acompañante, o me iba a abrir la cabeza con los hierros de la ventanilla. Y os aseguro que hay cosa de dos mil baches en la carretera. La gasolina es barata, pero la carretera, no invita a coger el coche.



Cruzamos el Orinoco en una barcaza, de la cual tiraba un remolcador, y llegamos hasta la otra orilla. A partir de aquí, los controles del ejercito eran habituales, ya que toda la frontera linda con Colombia, y el contrabando de petróleo esta a la orden del día. Llegamos a Puerto Ayacucho, y nos fuimos a la Posada Manapiare. Es una posada que dispone de 15 habitaciones con aire acondicionado y baño privado. La están ampliando, ya que el 90 % de los días, está completa. Tiene un patio precioso en el que puedes ver una canoa y algunas cosas típicas de la zona.

Después de una merecida ducha, a las nueve de la mañana, nos dirigimos al centro en un destartalado taxi. Llegamos a Tadae, la empresa con la que habíamos contratado el tour para ir al Cerro Autana (recomendación de Jose y Yesenia), para ver que era lo que teníamos que llevar y pagar el tour. Estuvimos viendo el centro, y nos dispusimos a beber la primera cerveza de las vacaciones. Comimos algo en los puestos de la calle, paseamos mirando tiendas, y nos reímos, por que tod@s l@s dependientes, nos decían "a la orden", y no sabíamos que querían decir. Era para llamar la atención y que entrásemos a mirar el genero.



A las 4 de la tarde, volvimos a la pensión, y nos echamos a descansar un rato. Tan necesitados estábamos de descansar, que en vez de una siesta, nos quedamos dormidos hasta las 12 de la noche. Como ya era noche cerrada, y todo el mundo dormía, nos volvimos a dormir hasta la mañana siguiente.




Y después de esta chapa, solo os queda esperar. CONTINUARA..........