Ya estoy por aqui de nuevo. Ya va pasando esa sensacion de no saber que decir, que hacer, etc. Estoy bastante mejor, y todo, gracias a alguien muy especial. Alguien que me hace desconectar y no pensar mas que en positivo. Quizas sea por que tiene unos problemas mas grandes que los mios, y cuando estamos juntos, me doy cuenta que soy muy afortunado. Soy muy afortunado en algunos aspectos. Tengo una suficiencia economica que me permite vivir bien, pagar el piso, mantener el coche y comprarme una moto. Siempre me dicen que no saben como lo hago, que no me privo de nada, pero eso no es cierto. Lo que pasa, es que a mi no me gusta ir de victima por la vida, y sino tengo suficiente para hacer algo, no lo hago y punto. No ando quejandome por todo. Pero bueno, eso lo dejo para otro post.
El viernes, estuve cenando con esa persona. Una cena sencillita, pero que me supo a gloria. Que gran verdad es que la felicidad, la puedes encontrar en el sitio mas insospechado, y que no hace falta grandes florituras para ser feliz.
El sabado, nos bajamos a Logroño, y estuvimos todo el día por allí. Mirando de todo y comprando poco. Estoy convencido que no nos dejamos ninguna tienda de patear. Para terminar, pusimos el broche comiendo unos pinchos por la calle Laurel, famosa por sus excelentes pinchos, acompañados de no peores vinos. No pude tomar mas que dos puesto que luego habia que conducir, y no me la podia jugar a sufrir un accidente y lastimar a mi acompañante.
El domingo, dimos un largo paseo por las laderas de Urbasa. Vimos arcos de piedra, buitres, ermitas, sima, etc. Mientras ibamos paseando, charlabamos placidamente y asi, poco a poco, se nos fueron pasando las horas. Al final estuvimos mas de cuatro horas andando, y eso, para alguien que no anda ni para comprar el pan, es demasiado. Estuvimos comiendo en un restaurante, en el que no pedimos nada. El menú era cerrado. Comenzamos con unos esparragos a la vinagreta, que yo no como por la textura que tienen, pero que mi acompañante, se zampó sin rechistar. Tras los esparragos, nos sirvieron un consomé. Estaba muy bueno. O eso, o que tenía más hambre que Carpanta. Acto seguido, salió de la cocina una cazuela con alubias y un plato con guindillas. Para chuparse los dedos. Continuaron con un poco de merluza con patatas panaderas. Estaba para chuparse y los dedos, y asi se demostró cuando al retirar la bandeja, habíamos untado todo el pan del cestillo. Para finalizar, nos sacaron un chuletón. No demasiado grande, pero muy jugoso. Mas que chuletón, era chuleta, y en un principio pensé que estaba demasiado hecha, pero aunque no sangraba, estaba muy tierna. El postre, fue una goshua casera. Nada más que decir acerca de la goshua. Estaba a la altura de cualquiera de los platos como era de esperar. Toda la comida, la regamos con dos botellas de sidra de los amigos guipuzcoanos. Todo ello, nos salió por 25 euros a cada uno, que por cierto, se los tengo que pagar ;).
En resumen, se podría decir que he pasado uno de los mejores fines de semana de toda mi vida, y no por haber hecho nada excepcional, sino por haber estado acompañado por una persona muy muy especial. Por eso, quiero darle las gracias por conseguir que vuelva a sonreir y ver la vida desde otra perspectiva. MUCHAS GRACIAS POR DEDICARME UN FIN DE SEMANA ENTERO Y HACERME DISFRUTAR DE LA VIDA.
