jueves, 8 de octubre de 2009

Y al septimo dia descansó...

Nosotros no podíamos descansar ya que la resaca era bastante importante. Tanto que nos quedamos dormidos. Nos llamaron a la puerta de la habitación para decirnos que o desayunabamos o... Corre corre moño!! que nos quitan el desayuno y solo tenemos alcohol en la tripa... bufff que mareo!!


En fin... la vuelta a Ciudad Bolívar en avioneta fue....para algunos peor que para otros... nos repartimos en dos avionetas por tema de plazas. Fui en una con unos franceses.... no fui mal.... como no entiendo francés no me hablaban.. y como no me hablaban no tenia que hacer esfuerzo por hablar y entender.. así que mi dolor de cabeza iba a menos en vez de a más... Creo que Moño volvió un poco peor, a pesar de ir de co-piloto. Creo que se meneó un poquito el trasto volador no? :P A pesar de todo las vistas volvieron a ser espectaculares.


Una vez en Ciudad Bolívar y otra vez juntos seguimos las andanzas... Conseguimos una habitación bastante chula donde dormir y poder lavar, así que allí les dejamos los muertos, digo... la ropa, y nos fuimos a dar un paseo por una feria que había en la orilla del rió... bastante guay!! pero nada de cámaras, nada de bolso, ni de dinero accesible. Bueno, aparte del dinero de atraco. Por si te atracan había que llevar algo en el bolsillo.. (pero ese era solo para darlo jeje) No faltaron las cervezas fresquitas y el calor asfixiante en la calle.... Por cierto... ya no había resaca!! ¿? (Habrá que irse a vivir a Venezuela? )

Nos recomendaron varios sitios para cenar... así que pillamos un taxi y nos pegamos un homenaje en un restaurante!!! siiiiiiiii por finnn!!!! comimos hasta que nos dolió la tripa ... (es que somos del norte) jaja y taxi hasta la puerta de la pensión... eso de ser blancos llamaba un poco la atención, cagüen..




A dormir!! porque mañana salimos a las 7 de la mañana hacia Tucupita, nos vamos a hacer el Delta del Orinoco...

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sexto día

Como cada día que dormimos en las hamacas, a las seis o así de la mañana, nos levantamos para ver la imponente vista del Salto Ángel desde el campamento de Isla Ratón. Fue algo bestial el observar el salto con una fina bruma que dejaba ver a través de ella la caída de agua. Nos alejamos de las hamacas para no molestar a los que aún dormían, y estuvimos disfrutando en soledad de la belleza y relajación del paisaje y los sonidos de los animales. Poco a poco, los demás fueron levantándose y todos estábamos sorprendidos con la belleza del lugar. Nos sirvieron café, y un poco más tarde el desayuno.





A eso de las ocho de la mañana, nos fuimos hacia el bote para iniciar el regreso a Canaima, lugar donde dormiríamos la segunda noche, y disfrutaríamos del Salto Sapo. Comenzamos el regreso, y a mitad de camino, tuvimos que bajarnos de la curiara para que bajasen unos rápidos que eran peligrosos bajarlos con gente. Caminamos unos 45 minutos por una llanura con un sol de justicia martilleando la cabeza.



Al fin llegamos a Canaima, y nos asignaron las habitaciones. Teníamos nuestra habitación con nuestro propio baño. Por fin, íbamos a dormir en una cama, nos podíamos duchar con tranquilidad, y no bañarnos en el río con un poco de jabón de trozo. En cuanto nos dimos la merecida ducha,salimos con Nuria, Juan Carlos, Ben, Amy y Gabriel, a tomarnos una cerveza. Nos la habíamos ganado.



Después de comer, teníamos un rato libre antes de ir al Salto Sapo. Decidimos ir a la playa a tumbarnos un rato y darnos un baño en las rojas aguas del Orinoco. La playa no era una playa como todo el mundo piensa. Era una playa de río, con agua dulce, cascadas, palmeras y con arena. Era un sitio muy tranquilo y muy paradisiaco. Por allí anduvimos descansando y sacando alguna foto hasta que nos dimos cuenta que era la hora. Teníamos que volver a la recepción para iniciar la excursión.



Todos estábamos allí con ganas de montar de nuevo en la curiara. Solo teníamos que cruzar la laguna, pero era bastante grande y era peligroso cruzar a nado por las corrientes que se formaban con las cascadas. Llegamos a la otra orilla, y comenzamos a caminar durante un rato entre arboles. Llegamos a nuestro destino, y Gabriel nos dijo que dejásemos las cámaras de fotos en esa orilla, que el las llevaría en una bolsa para que no se mojasen. Y mas vale que lo hizo. Comenzamos a pasar por la parte de atrás de la cascada, y parecía como si estuviésemos en un túnel de lavado. Menuda forma de caer agua, y eso que sólo llevaba la mitad de caudal que lo que lleva de normal.

Volvimos a la playa donde nos había dejado la curiara, y nos volvimos al campamento para prepararnos para la cena, y la posterior juerga que Gabriel nos había prometido.

Cenamos, y nos fuimos a los bares que había en Canaima a tomar unos rones y bailar un poco de salsa. En el primero, entramos y salimos rápidamente por que no había ron. Llegamos al segundo, y tampoco había ron. Estuvimos un rato debatiendo que hacer, y al final, a los españoles se nos ocurrió una maravillosa idea: comprar unas botellas de ron y bebernoslas en la playa.
Los franceses y los ingleses, no quisieron ron, sólo querían beber cerveza así que compramos sólo seis botellas para los diez que estábamos. Se nos unieron Alexander y "Semillita", dos guías del campamento, que a la hora de beber, eran unas maquinas. A las dos horas, las cuatro botellas estaban vacías, y no teníamos ninguna gana de irnos a dormir. Los guías se fueron a comprar más en el "mercado negro", y los franceses, ingleses y tres italianas se fueron a dormir. Nosotros estuvimos allí bebiendo y hablando hasta que se acabo todo el ron. Se nos unieron un par de chicos de seguridad, a los cuales hubo que sobornar con algo de ron jejeje.




Cuando todo acabó, nos fuimos poco a poco a dormir, cada oveja con su pareja, y cada uno con una cogorza mayor.

Seguirá.............

Sexta parte o Quinto día

A las nueve de la noche, montábamos en un autobús con destino a Ciudad Bolívar. Este autobús era un estilo al que nos trajo de Caracas, pero la diferencia es que no íbamos en la parte trasera, sino por medio. La carretera era muy similar.
Comenzamos el viaje, y no salimos de nuestro asombro, cuando nos dimos cuenta que el chófer, no cerraba la puerta. Íbamos a ir todo el viaje con la puerta abierta!!!!. Todo transcurría con la normalidad venezolana, muchos baches, calor y música salsa, merengue, etc. Tras tres horas de viaje, hizo una parada para que fuésemos al baño. Y de ahí, hasta el destino, quedaban unas siete horas, en las cuáles no iba a hacer ninguna parada. Es asombroso el aguante que tienen allí.


A eso de las siete de la mañana, llegamos a la terminal de autobuses de Ciudad Bolívar, en la cual nos estaba esperando Luis Guillermo, el dueño de la agencia con la que íbamos a hacer el tour del Salto Ángel. Nos llevo en taxi al aeropuerto, nos consiguió un desayuno, nos preparó los papeles y nos presentó a Mary, su esposa. Nos montaron en un avión con destino a Canaima, y nos despedimos de ellos hasta la vuelta. La avioneta, era un cacharro destartalado de ocho plazas, que daba bastante miedo, pero como no eramos los únicos incautos que montábamos....


Ahí conocimos a una pareja formada por una catalana, que estaba casada con un venezolano, Nuria y Juan Carlos, con los que estuvimos todo el viaje juntos, e hicimos buenas migas. A la llegada, nos comentaron que había un cambio de planes, y que nos preparásemos las cosas justas para irnos a ver el Salto Ángel, y dormir en un campamento en la selva. Nos reunió a todo el grupo nuestro guía, Gabriel se llamaba, y comenzamos el camino a la curiara, la embarcación que nos llevaría a nuestro destino. anduvimos un rato, y llegamos a la curiara.



En ese momento, fue cuando me sentí igual que un inmigrante ilegal tratando de llegar a las costas de otro país, con un sueño.El grupo estaba formado por 4 franceses, 4 italianos, 2 ingleses, 3 españoles y 1 venezolano. Para nuestro gusto, era demasiada gente, pero en Canaima todo está super-organizado. No hay ningún rato libre aparte de los programados. Tras tres horas y media de agonía, llegamos a Isla Ratón, el campamento situado en la base del Salto Ángel. Llovía como si se fuese a acabar el mundo, y el guía nos indicó que debíamos comenzar la ascensión por la selva ya que sino, se nos haría de noche. Pensaba que con lo que estaba cayendo, no veríamos nada,, y él, muy seguro, me dijo que al llegar arriba, estaría despejado.


Comenzamos a ascender por una camino lleno de raíces, agujeros, riachuelos, etc. Al cabo de 45 minutos, llegamos a una bifurcación, donde el camino picaba para arriba que no veas. Poco a poco fuimos ascendiendo, y tras una hora y cuarto, se abrió ante nosotros el espectacular Salto Ángel.






El Salto Ángel, es la mayor caída de agua natural del mundo, con sus 972 metros de altura, y los 30 que hay hasta el primer lugar accesible, forma un kilómetro de caída de agua. El agua, cuando está llegando a la base, llega totalmente pulverizada, como si de lluvia se tratase. Es algo imponente, impresionante, indescriptible lo que llegas a ver en esa maravillosa selva.

Después de media hora observando la majestuosidad de la cascada y de los alrededores, comenzamos el descenso hacia el campamento. Todo lo que antes había sido complicado, ahora lo era multiplicado por dos. No sólo tenías que estar pendiente del suelo, sino de donde ponías el pie, ya que iba anocheciendo, y cada vez veíamos menos. A falta de media hora para llegar, la noche nos alcanzo. El pensamiento que te viene a la cabeza es que con la luz de la luna, verás el camino. Lo que no tienes en cuenta es que estás en medio de la selva, y que no entra ni una sola gota de luz a través de las tupidas copas de los árboles. No veíamos tres en un burro, y para colmo, comenzó a llover de nuevo. Todos nos cogimos o tratábamos de seguir lo mejor posible al que llevábamos delante. Lo que en un principio era media hora, se convirtió en algo más de una hora, y después de pensar en agarrar del cuello a alguien y cagarme en lo más sagrado, llegamos al campamento de Isla Ratón.

Tras cambiarnos de ropa y escurrir la camiseta varias veces, nos cambiamos y dispusimos para la cena. Estuvimos cenando y charlando largo y tendido en el comedor del campamento. Ahí empezamos a conocernos un poquito más, y al abrigo de una botella de ron, hablamos con la pareja de ingleses, que tenían intención de hacer el tour por el Delta del Orinoco a la vez que nosotros.

A las once de la noche, nos fuimos todos a las hamacas a dormir. Unos con olor a pies, y otros con parte de la hamaca humedecida. Estuvimos un rato riéndonos de la situación que habíamos pasado, y al final, caímos rendidos.

Hasta mañana.

martes, 29 de septiembre de 2009

No hay quinta mala

Eran las seis de la mañana, y comenzaban a aparecer los primeros rayos de sol por el horizonte. Nos levantamos de la hamaca, y vimos entre nieblas las impresionantes montañas sagradas de los Piaroa, escondidas entre nieblas, y con el relajante ruido del descenso de las aguas del Orinoco. Era muy pronto y todo el mundo dormía, así que nos fuimos a buscar la foto. Esa que nos sorprendiese y mostrase la majestuosidad del lugar y la paz que se respiraba allí. A la vuelta, todo el mundo estaba levantado y preparándose para la partida hacia el mirador.


A eso de las siete y media, comenzamos a caminar guiados por Pelo Pincho, y flanqueados por Ángel. Así ninguno de nosotros se perdería en medio de la selva.
Cruzamos la comunidad y nos adentramos en la selva. El guía abría camino con el machete, por un camino marcado, cortando las ramas de los arboles que habían comenzado a tapar el sendero. La primera parada la hicimos en la madriguera de una tarántula, en la cual, comenzaron a meter un palo para llamar al insecto y así poder verlo. Parece que la señorita había madrugado y se ha ido a pasear. Continuamos el viaje hacia el mirador a través del tupido vergel. Tras media hora larga de caminata, salimos a una zona despejada de arboles, pero empantanada. Continuamos por ahí, y al fin llegamos al mirador.


Ante nosotros, se abría una vista impresionante de las dos montañas sagradas, rodeadas por un extenso manto que verde, formado por las copas de los arboles de la selva. Esa zona era impenetrable, según decían los guías, incluso para ellos. Habría que entrar con el machete abriendo totalmente un camino nuevo, y teniendo una noción muy clara de a donde se quería llegar. Sino, acabarías perdido seguro. Allí permanecimos alrededor de una hora sacando fotos y observando la belleza del lugar.


Comenzamos el camino de regreso, cuando los mosquitos comenzaron a hacer acto de presencia y a comernos. La vuelta se nos hizo mucho más corta, y sin darnos cuenta, estábamos otra vez en la guarida de la tarántula. Como no la habíamos podido ver a la ida, uno de ellos, se fue a buscar una por la selva, y nos trajo no una, sino dos. Era un artrópodo grande, muy grande. Medía alrededor de quince centímetros de larga, por ocho de ancha. Cuando estábamos observándola, nos dimos cuenta que la antigua moradora de la madriguera, no se había ido a dar un paseo, sino que había fallecido. Su cuerpo estaba medio comido por los insectos al lado de la guarida.


Continuamos el viaje, y al llegar al campamento, Adrián nos había preparado un desayuno excepcional. Comimos en abundancia, y nos dejaron un rato libre para hacer lo que quisiéramos, mientras recogían las cosas para cargarlas en el barco e iniciar el regreso a Puerto Samariapo.
Al montarnos en el bote, nos dieron un chaleco salvavidas, nos invitaron a lanzarnos al agua, para dejar que la corriente nos llevase río abajo. Ese momento fue increíble. Los seis flotando en el agua, en linea, disfrutando de la paz que se respiraba en ese lugar. Fue una pena tener que irse. Más de uno habría pagado por quedarse a vivir allí una temporada.




Nos subimos de nuevo a la barca, y mientras bajábamos el río, comimos alguna fruta, charlamos de las experiencias y de las locuras. La vuelta era mucha más rápida, ya que íbamos a favor de la corriente. Llegamos a una comunidad en la que disponían de tienda, y como no teníamos tabaco ni cervezas, decidimos parar para abastecernos. Mientras comprábamos, Claudio, el chico italiano, me llamo para que fuese con el. Sin pensármelo dos veces, lo seguí. Seguro que había visto algo para hacer el loco, y eso me gustaba. Había unos niños lanzándose desde un árbol al río, y sin pensarlo dos veces, allí que fuimos. nos encaramamos al árbol, y nos lanzamos. Otro subidón de adrenalina para acabar la excursión.

Después de comer en la barca, llegamos al nacimiento del río en el que paramos a la ida. Paramos un rato para disfrutar de aquel remanso de paz, y darnos el último baño.
Continuamos el viaje, y llegamos a Puerto Samariapo, nuestro destino final en el río, pero aún nos quedaba una hora de viaje en un infernal coche. Un land-rover viejo y destartalado en el que viajábamos nueve personas como podíamos. La carretera era francamente mala, llena de baches y sin ninguna marca vial para guiar al conductor. Tuvimos un susto ya que ante nosotros apareció un camión que circulaba con las luces apagadas. Al fin, llegamos a Puerto Ayacucho, y Henry, el dueño de la agencia, nos había agarrado los boletos para el bus a Ciudad Bolívar. Ahora solo nos faltaba saber si a nuestra llegada, podríamos comenzar un nuevo tour. Llamamos y nos confirmaron que podíamos comenzarlo. Ahí comenzó el ajetreo. Teníamos que preparar las mochilas para el viaje de 10 horas, llegar, coger un taxi, y directos al aeropuerto con otra mochila para el siguiente tour. Debíamos despedirnos del artífice de nuestra primera y más gratificante aventura en Venezuela. Si alguna vez vais a Venezuela, no dudéis en ir a Puerto Ayacucho y alojaros en la Posada Manapiare, regentada por Jose y Yesenia. Os trataran de lujo.

Continuará............

martes, 15 de septiembre de 2009

Una parte mas, y van cuatro

Siguiendo con el viaje a Venezuela, el tercer día que estábamos por allí, nos levantamos temprano por la mañana. Eran más o menos las seis (no se la hora por que no lleve reloj ningún día), y había amanecido, así que nos levantamos de la hamaca, y nos adentramos en la selva a hacer unas fotos. Mientras iba amaneciendo se oían los pájaros y comenzábamos a ver por donde pisábamos sin ayuda de la linterna.



Después de un rato dando vueltas y comenzar a perdernos por allí, nos dimos la vuelta para desayunar. Adrián nos preparó unas arepas, con un revuelto para coger fuerzas. Tras el desayuno, metimos todo en la barca de nuevo, y pusimos rumbo hacia otra comunidad.




Ésta era más grande que la anterior, y disponía de médico y escuela primaria para los indígenas. Estuvimos por allí un rato sacando fotos y viendo las casas y su forma de vida. Cada comunidad dispone de un generador, que se conecta hacia las 6 de la tarde y esta durante 4 horas conectado. A las 10 más o menos, se apaga la luz.
Después de la comunidad, pusimos rumbo a la comunidad en la base del cerro Autana. Nos quedaban mas de dos horas de navegación por el río. Pasamos el rato bañándonos, comiendo y bebiendo.


Hacia las tres de la tarde, llegamos al campamento situado a orillas del Orinoco, y el cielo pareció romperse. Empezó a llover como si se fuese a acabar el mundo, así que estuvimos un rato metidos en el barco esperando que parase. Cuando el cielo quiso, dejo de escupir agua sobre la comunidad. Nada más bajar, nos prepararon las hamacas con las mosquiteras en las tiendas destinadas a los turistas que hay en cada comunidad, y nos prepararon algo para comer. Al girarnos, observamos asombrados la majestuosidad del cerro Autana y la cabeza del Indio. Algún día que tenga más tiempo, os contaré la leyenda del cerro Autana, la montaña sagrada de los indios piaroas.


Después de comer, nos fuimos a dar una vuelta por el río hasta una cascada. Una vez allí, nos dijo uno de los indios, a ver si queríamos tirarnos por la cascada. No nos lo pensamos dos veces y nos pusimos los chalecos. Tras subir por uno de los laterales, llegamos al río y nos metimos en él. La corriente te llevaba hacia el centro de la cascada. Una caída de agua en la que te hundías y salías a flote el tiempo justo para coger aire y volver a hundirte. Los que estábamos dentro del agua, teníamos un subidón encima que no se puede explicar, pero los que estaban en la orilla, pensaban que era la última vez que nos verían. Todos salimos bien y llegamos a la orilla. Fue una experiencia increíble.


Volvimos al campamento, y teníamos la cena preparada. Era muy curioso el que mientras nosotros cenábamos, los indios de la comunidad, estaban mirando, esperando a que acabásemos para cenar ellos. Les invitamos a cenar, y no se sentaban con nosotros, hasta que conseguimos que viniese a la mesa, pero se puso en un lado. Como apartado. Como si fuese un bicho raro. Nunca supimos el por que, pero supusimos que era por que otros turistas no les gusta mezclarse con los nativos.


Tras la cena, sacamos el ron que había sobrado de la noche anterior y alrededor de una fogata, en la orilla del Orinoco, dimos buena cuenta de ella y de las cervezas que aún quedaban. A las once de la noche, nos fuimos a la hamaca.





Hasta mañana. Descansad.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Terceras partes nunca fueron buenas??......... Esta sí

Las 6:30 de la mañana... arriba!! preparamos la mochila a la espera de que nos lleven al inicio de la excursión del Cerro Autana. Hace mucho calor, mucha humedad y despues de tantas horas durmiendo..necesitamos comer algo.. así que preguntamos en la posada y nos dicen que caminando por la carretera, en la puerta de la Polar (empresa cervecera) venden arepas.. ñam ñam pues allí que vamos. El trafico es inteso y caótico, caminamos en fila de a uno por el arcen y llegamos hasta una mujer que hacia las arepas en el mismo arcen de la carretera. Nos comemos dos cada uno mientras observamos el mundo, pero mas bien somos nosotros observados un poco como bichos blancos raros jaja así que volvemos caminando otra vez por la carretera.
A la hora acordada viene Ruth a buscarnos en coche para llevarnos al inicio de nuestra aventura. Al final somos cinco personas. Dos franceses, un italiano y dos españoles (parece el principio de un chiste).
Montamos todos en un Jeep (y cuando digo todos quiero decir el conductor, dos guias, los cinco turistas y el que llevará la barca) y salimos de Puerto Ayacucho para llegar al puerto de Samariapo, donde cogeremos la barca. La carretera es un poco infernal, pero ya no nos sorprende tanto, los "huecos" como les llaman allí a los agujeros. Son grandes y la gente conduce como quiere, cada ciertos km hay controles policiales, debe ser porque estamos cerca de Colombia. Llegamos al puerto.


Moño y yo pensamos que ... van a ser tres dias durillos para hidratarse solo a base de agua, así que compramos unas cervecitas (24) y una botella de ron. Claudio (el italiano) pensó que el tenía que comprar mas cervezas... así que nos juntamos con un monton de cervezas que habia que beberse rapido para que no se calentaran.. jeje (ah! no! que Adrian (el guia) llevaba hielo).




Por fin estamos rio adentro.. navegando por el Orinoco.. viendo selva, divisando comunidades indigenas, comiendo papaya, melon, bebiendo cerveza... oliendo la lluvia torrencial. Primera parada.. baño en el nacimiento de un rio de aguas cristalinas.






Continuamos hasta la comunidad donde dormiremos esa noche, estamos en la selva, no se oye nada que no sean bichos. En esta comunidad viven 5 familias. Nos colocan las hamacas donde dormiremos... esto es impresionante. Después de rociarnos en antimosquitos decido irme a sacar fotos por la selva, sola, disfrutando de lo que me rodea (y un poco acojonada porque no deja de ser la selva)




La cena está lista! Adrian nos ha preparado una cena rica y calentita. Mientras cenamos se raja el cielo (es lo que tiene ir en época de lluvias) y descubrimos un sapo saltando por nuestro campamento, pobre bicho, no sabia donde habia caído, como japoneses lo dejamos ciego a flashazos. Despues de la cena... nos bebimos casi la botella de ron. Todos a dormir!!

viernes, 4 de septiembre de 2009

Segunda parte

En el post anterior, os comentaba un poco la idea general de lo que ha sido mi viaje. Era una explicación para ir introduciendo el tema. A partir de aquí, os iré contando como ha sido el viaje, lugares que hemos visitado, gente que hemos conocido y alimentos y bebidas que hemos ingerido.

Llegamos a Caracas a las tres de la tarde, y nada mas bajar del avión, el calor comenzaba a apretar. El 11 de agosto llegábamos allí, y nos estaba esperando Yesenia, la mujer de un hombre de Estella que lleva 26 años viviendo en Venezuela. Nos habían comprado unos billetes de autobús a Puerto Ayacucho, ciudad fronteriza con Colombia, que era el lugar desde el que íbamos a salir en nuestro primer tour. Llevábamos cerca de 20 horas de viaje, y nos quedaban otras 12.

Del aeropuerto, fuimos a Parque Central, a visitar a una amiga, y de ahí, nos acercaron a la terminal de autobuses. Esperamos pacientemente que diesen las 7 de la tarde, pero aquello no es Europa, y la hora allí, es un tema bastante relativo. Si alguien te dice que llegara en cinco minutos, en Europa, es que como mucho se va a retrasar diez, en cambio, en Sudamérica, esos cinco minutos son relativos, y pueden llegar a ser una hora.



A las 7:40, arranco el autobús. Era un autobús viejo y destartalado, nada que ver con todo lo que habíamos oído de los autobuses venezolanos, pero es que claro, íbamos al sur. No veíamos al conductor, ya que entre los primeros asientos y él, había un muro de madera con una puerta, que solo se podía abrir desde fuera. Si querías salir, era imposible. Mejor que no hubiese un incendio, ya que habríamos muerto como ratas achicharradas. En ese momento, una chica subió al autobús intentando vendernos todo tipo de pulseras, collares y avalorios diversos. Al bajarse la chica, subió un mozo con un bolso y se puso a vender chocolatinas, refrescos, agua, etc. Comenzamos el viaje, y mis piernas, era materialmente imposible meterlas en el hueco destinado a tal fin. Íbamos en lo que denominan la cocina, los asientos traseros, y con cada bache del camino, sentía que iba a sentarme encima de mi acompañante, o me iba a abrir la cabeza con los hierros de la ventanilla. Y os aseguro que hay cosa de dos mil baches en la carretera. La gasolina es barata, pero la carretera, no invita a coger el coche.



Cruzamos el Orinoco en una barcaza, de la cual tiraba un remolcador, y llegamos hasta la otra orilla. A partir de aquí, los controles del ejercito eran habituales, ya que toda la frontera linda con Colombia, y el contrabando de petróleo esta a la orden del día. Llegamos a Puerto Ayacucho, y nos fuimos a la Posada Manapiare. Es una posada que dispone de 15 habitaciones con aire acondicionado y baño privado. La están ampliando, ya que el 90 % de los días, está completa. Tiene un patio precioso en el que puedes ver una canoa y algunas cosas típicas de la zona.

Después de una merecida ducha, a las nueve de la mañana, nos dirigimos al centro en un destartalado taxi. Llegamos a Tadae, la empresa con la que habíamos contratado el tour para ir al Cerro Autana (recomendación de Jose y Yesenia), para ver que era lo que teníamos que llevar y pagar el tour. Estuvimos viendo el centro, y nos dispusimos a beber la primera cerveza de las vacaciones. Comimos algo en los puestos de la calle, paseamos mirando tiendas, y nos reímos, por que tod@s l@s dependientes, nos decían "a la orden", y no sabíamos que querían decir. Era para llamar la atención y que entrásemos a mirar el genero.



A las 4 de la tarde, volvimos a la pensión, y nos echamos a descansar un rato. Tan necesitados estábamos de descansar, que en vez de una siesta, nos quedamos dormidos hasta las 12 de la noche. Como ya era noche cerrada, y todo el mundo dormía, nos volvimos a dormir hasta la mañana siguiente.




Y después de esta chapa, solo os queda esperar. CONTINUARA..........

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Venezuela


Venezuela es un pais en el que puedes encontrar de casi todo. Sobre todo, gente maravillosa, amable, con un gran sentido del humor y que vive la vida de una forma totalmente diferente a la nuestra.

Tienes unas playas paradisiacas bañadas por el mar caribe, en las que puedes hacer snorkel o tumbarte en su blanca arena a descansar y olvidarte de todo durante un largo rato. Debes llevar gafas de sol y una alta proteccion solar, ya que de lo contrario, acabaras como un cangrejo. Las sombrillas estan dentro del agua para darte un poco de sombra por el asfixiante calor que hace.




Tambien esta la cordillera de los Andes, a los cuales puedes acceder practicamente desde el nivel del mar, subiendo hasta los 5000 metros de altitud del pico Bolivar. Alli esta la ciudad de Mérida, que cuenta con el teleferico mas alto del mundo. Merida es una gran ciudad universitaria, en la que hay mucho bullicio a todas las horas del día. Esto me lo han contado, no lo he experimentado.



Esta la selva del Amazonas, con el río Orinoco dando vueltas por sus entrañas, en la cual viven multiples comunidades de indigenas. Hoy en día, esas comunidades disfrutan de muchas de las comodidades que tienen en las grandes ciudades, aunque hay algunas, en lo mas recondito de la selva, a muchas horas de navegación en bote, que mantienen vivas todas las formas de vida ancestrales. Llegar a ellos es practicamente imposible, y mejor que sea asi, por que son como los animales en peligro de extincion. Hay que preservarlos, y si llegasemos hasta ellos, acabariamos convirtiendolos en algo que no son.



El salto Angel, la mayor caída de agua natural del mundo, con sus 972 metros y las excepcionales vistas que se pueden observar desde el mirador del que se observa, te hace comprender el por que tanta y tanta gente, durante muchos años, ha visitado este maravilloso lugar.







El río Orinoco desemboca al mar a traves de un conglomerado de ríos y canales, en los cuales se pueden encontrar de todo tipo de animales. Es una zona muy bonita por donde navegan los indigenas de la tribu Warao.






Este país, que el día que sepan explotar los recursos naturales que tienen (es el país con las mayores reservas petrolíferas del mundo), organicen un poco el caos en el que se han convertido las grandes ciudades, debido a la corrupción y preparen los espacios naturales para el turismo, va a ser algo increible poder revivirlo.

CONTINUARA..........

domingo, 2 de agosto de 2009

Cumpleaños

Muchas gracias a todos los que me habeis felicitado.
Espero poder recompensaros con una ronda de cervecitas y pinchos ricos ricos.

Que disfruteis de lo que queda de verano. Yo me voy de vacaciones, asi que pasadlo bien.

Agurrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.



lunes, 6 de julio de 2009

GORA SAN FERMIN


IRUNSEME..............

GORA SAN FERMIN!!!!!!!!


GORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA


Orain nago iruinean
mozkorra bat hartzen

Jai zoriontsuak

Laister arte.

miércoles, 1 de julio de 2009

Finde sobre ruedas II

Voy a continuar con el relato del maravilloso finde de moto y asfalto.

El domingo, nos levantamos temprano. Había que desayunar bien y coger fuerzas para el largo y caluroso dia que nos esperaba.
El sabado, la consigna fue que habia que estar a las 10 30 de la mañana en la puerta del hotel, con el deposito lleno. Asi que tras bajar al garaje, e intentar sacar la moto, me subi de nuevo a la habitacion. Mi chiquilla estaba atrapada entre 4 bestias y no podia salir. A las 10, volvi a bajar, y me habian quitado una de ellas, asi que tras varias maniobras, consegui salir. Llene el deposito, y me fui a la puerta del hotel.

Como todo el finde, la puntualidad fue inglesa. Nos pusimos en marcha, y nos dirigimos a Francia atravesando Jaca y el puerto de Somport. Las vistas eran maravillosas y el ritmo que se llevaba en ese momento era idoneo para admirar el paisaje. Comenzamos a dar vueltas por el sur frances, no puedo decir los pueblos, por que no tengo ni idea.

Tras casi 2 horas de ruta, llegamos a la base de Larraun, un puerto bastante cañero y fuimos subiendo. Curva a curva, iba separandose el grupo. Me quede por la zona media ya que no llevo mas que 6 meses con la moto. Llegamos a la cima, y alli hicimos una parada para sacar una foto a todo el grupo y a nuestras monturas. De ahi nos bajamos a comer a una sidreria, y en la bajada, unos descerebrados franceses, comenzaron a adelantarnos de forma bastante temeraria, y eso que solo ibamos 75 motos en hilera. Parecia que iban buscando sufrir algun accidente, y asi sucedio. Uno de ellos, toco con la rueda delantera la rueda trasera de su amigo. Se le desequilibro la moto, y se cayo al suelo, con tan buena suerte, que no se dio con el guardarail, ni con la moto, que salio disparada hacia la pared de piedras que habia enfrente. Tuvimos suerte e que no nos tiro a ninguno de nosotros, y una chica que iba de paquete, que es enfermera, junto con la ambulancia, le hicieron una primera cura. El diagnostico: rotura de tibia y perone, en la cual tenia un hierro de algun accidente anterior y un quemazo impresionante en el brazo.

Continuamos nuestra ruta, y llegamos a Ezcaroz, a comer en la sidreria. Nos pusimos hasta el culo de comer y bebimos poca cantidad de alcohol. Lo justo para pasar el chuleton. Salimos de alli, y fuimos a Aribe, lugar del ultimo repostaje del finde. Tras echar gasolina los que estaban justos, volvimos por Garaioa, hasta el cruce de la carretera que va a Aoiz por Nagore. Pasamos por la carretera del pantano de Itoiz, que tiene unas buenas curvas pero no es demasiado peligrosa. Atravesamos Aoiz, y pusimos rumbo a Pamplona. A las 7 30 de la tarde, finalizamos el finde de motor, gasolina y asfalto. El domingo hicimos 275 kilometros, asi que sumando todo pasamos de los 700. A la organizacion, les comente el buen sabor de boca que me habia dejado la concentracion y que contaran con mi presencia el año que viene salvo causa de fuerza absoluta.

Quiero agradecer a quien me acompaño de paquete, que lo hizo genial y se dejo llevar perfectamente, y a quien me informo de la ruta y de como viajar en grupo.

HA SIDO UN FINDE EXCEPCIONAL.

lunes, 29 de junio de 2009

Finde sobre ruedas

Hola a tod@s.

Como hace mucho que no escribía, y he recibido algun e-mail preguntando por mi, os voy a contar el finde sobre ruedas que he disfrutado.

El sabado a las 8 30 de la mañana, nos congregamos 75 motos y 105 moteros. Alli habia todo tipo de motos. Desde scooters, hasta honda goldwing, pasando por las clasicas customs, que no faltan a ninguna concentracion motera, contando autenticos pepinos, como yamaha fjr 1300, fazer 1000, cbr 1000, r1, etc. La salida estaba programada a las 9 de la mañana, y con puntualidad britanica, se dio la salida por los miembros del motoclub 7 de Julio.
Estaba perdiendo la virginidad en salidas en grupo, y lo estaba haciendo con los mejores organizadores de rutas de Navarra. Todos los miembros de la organizacion sabian perfectamente el recorrido, y en cada uno de los cruces, habia uno de ellos indicando el camino a seguir. En la cola del grupo, iba un mecanico con un remolque, por si alguna de las motos se averiaba, y una ambulancia para dar los primeros auxilios, en caso de ser necesaria.
Dimos una vuelta por mutilva baja, localidad de la sede del club, y nos dirigimos hacia la autopista. Tomamos la salida de Ororbia, y nos fuimos por una carretera sinuosa hacia Etxauri. De ahi, tomamos el desvio a la derecha, y fuimos a Guirguillano, para bajar hacia Larrion, lugar de parada para almorzar.
Tras un ligero almuerzo, y el consiguiente vaciado de vejiga, nos volvimos a subir a las motos. Tomamos la carretera que va sube a Eraul, y salimos a Ibero tras pasar Echauri. De ahi fuimos a Irurzun y nos adentramos por la sierra de Aralar. Las vistas y la carretera, junto con el esplendido dia que tuvimos, nos llevaron hasta Lekunberri. De ahi, tomamos la carretera que va a Leitza, y continuamos rumbo a Santesteban. Tras llegar a Santesteban, paramos en una gasolinera para hacer el repostaje. Llevabamos 190 kilometros, y estabamos tan frescos como si acabasemos de salir.
Tras repostar, nos dirigimos hacia Irurita, pueblo que dista unos 17 kilometros del lugar de repostaje, y en el cual nos esperaban para comer. Tras una buena comida, nos volvimos a subir a las motos y pusimos rumbo a Jaca, nuestro lugar de pernoctacion.
Cogimos la N-121, y tras pasar por los alrededores de Pamplona, nos fuimos camino de Lumbier por la carretera de Aoiz. Al llegar a Lumbier, en vez de ir por el pantano de Yesa, nos guiaron a traves del puerto de Iso y de las Coronas. Llegamos a Burgui, y ahi tomamos el desvio ha Hecho. Otra carretera de montaña llena de curvas y carriles estrechos. Tras pasar por Hecho, pusimos rumbo a Puente la Reina de Jaca. Desde Puente, ya solo nos quedaban unos 20 kilometros hasta Jaca, los cuales, tratamos de hacer cada uno lo mas rapido que podiamos. El cansancio iba haciendo mella en nosotros. Llegamos a Jaca, y cual fue nuestra sorpresa cuando descubrimos el hotel. Un cuatro estrellas, cuyas habitaciones eran un autentico lujo, aunque si hubiesen hecho la mampara un poco mas grande, no habria empantanado el baño jeje.
Cenamos, hubo un sorteo de material motero y un guateke montado con un equipo de musica que la organizacion traslado hasta el hotel para la ocasion.




Despues de esta chapa, pongo un punto y seguido, y continuare con el domingo. Hasta el momento, llevamos 434 kilometros a la espalda, y el cansancio ha hecho mella. Me voy a dormir.