Comenzamos el viaje, y no salimos de nuestro asombro, cuando nos dimos cuenta que el chófer, no cerraba la puerta. Íbamos a ir todo el viaje con la puerta abierta!!!!. Todo transcurría con la normalidad venezolana, muchos baches, calor y música salsa, merengue, etc. Tras tres horas de viaje, hizo una parada para que fuésemos al baño. Y de ahí, hasta el destino, quedaban unas siete horas, en las cuáles no iba a hacer ninguna parada. Es asombroso el aguante que tienen allí.
Ahí conocimos a una pareja formada por una catalana, que estaba casada con un venezolano, Nuria y Juan Carlos, con los que estuvimos todo el viaje juntos, e hicimos buenas migas. A la llegada, nos comentaron que había un cambio de planes, y que nos preparásemos las cosas justas para irnos a ver el Salto Ángel, y dormir en un campamento en la selva. Nos reunió a todo el grupo nuestro guía, Gabriel se llamaba, y comenzamos el camino a la curiara, la embarcación que nos llevaría a nuestro destino. anduvimos un rato, y llegamos a la curiara.
Comenzamos a ascender por una camino lleno de raíces, agujeros, riachuelos, etc. Al cabo de 45 minutos, llegamos a una bifurcación, donde el camino picaba para arriba que no veas. Poco a poco fuimos ascendiendo, y tras una hora y cuarto, se abrió ante nosotros el espectacular Salto Ángel.Después de media hora observando la majestuosidad de la cascada y de los alrededores, comenzamos el descenso hacia el campamento. Todo lo que antes había sido complicado, ahora lo era multiplicado por dos. No sólo tenías que estar pendiente del suelo, sino de donde ponías el pie, ya que iba anocheciendo, y cada vez veíamos menos. A falta de media hora para llegar, la noche nos alcanzo. El pensamiento que te viene a la cabeza es que con la luz de la luna, verás el camino. Lo que no tienes en cuenta es que estás en medio de la selva, y que no entra ni una sola gota de luz a través de las tupidas copas de los árboles. No veíamos tres en un burro, y para colmo, comenzó a llover de nuevo. Todos nos cogimos o tratábamos de seguir lo mejor posible al que llevábamos delante. Lo que en un principio era media hora, se convirtió en algo más de una hora, y después de pensar en agarrar del cuello a alguien y cagarme en lo más sagrado, llegamos al campamento de Isla Ratón.
Tras cambiarnos de ropa y escurrir la camiseta varias veces, nos cambiamos y dispusimos para la cena. Estuvimos cenando y charlando largo y tendido en el comedor del campamento. Ahí empezamos a conocernos un poquito más, y al abrigo de una botella de ron, hablamos con la pareja de ingleses, que tenían intención de hacer el tour por el Delta del Orinoco a la vez que nosotros.
A las once de la noche, nos fuimos todos a las hamacas a dormir. Unos con olor a pies, y otros con parte de la hamaca humedecida. Estuvimos un rato riéndonos de la situación que habíamos pasado, y al final, caímos rendidos.
Hasta mañana.
7 comentarios:
:D
Impresionante y emocionante a la vez, pero...... sólo de leerte me he cansado que no veas, menudo viaje,horas por aqui, horas por alla.jajajajaja
Besosssss
Chuk ;)
Nefer, íbamos a eso. No buscábamos unas vacaciones al uso. Nuestro intención era desconectar mentalmente aún cansándonos físicamente.
Joder¡¡¡¡ si es que no habéis parado...... Sigo diciendo que ha tenidoque ser impresionante.
A Chuck le da envidia jajajajajaja
Espero que no sea nada grave lo del ojo, las gafas muy bien guardadas para que no se rompan,jajajaja un abrazo
Pues sí...
Y no visteis por la izquierda de la cascada (la zona anaranjada) brillar las chapas de la via que abrieron el vasco Adolfo Madinabeitia y el madrileño Jesús Gálvez en marzo de 1990-> Ruta directa (1.150 m, A4/6b).
Tiene que ser una pasada escalarla con el rugido del agua a tu lado.. ¡¡
mmmmm pues no vimos la via nop..
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