miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sexta parte o Quinto día

A las nueve de la noche, montábamos en un autobús con destino a Ciudad Bolívar. Este autobús era un estilo al que nos trajo de Caracas, pero la diferencia es que no íbamos en la parte trasera, sino por medio. La carretera era muy similar.
Comenzamos el viaje, y no salimos de nuestro asombro, cuando nos dimos cuenta que el chófer, no cerraba la puerta. Íbamos a ir todo el viaje con la puerta abierta!!!!. Todo transcurría con la normalidad venezolana, muchos baches, calor y música salsa, merengue, etc. Tras tres horas de viaje, hizo una parada para que fuésemos al baño. Y de ahí, hasta el destino, quedaban unas siete horas, en las cuáles no iba a hacer ninguna parada. Es asombroso el aguante que tienen allí.


A eso de las siete de la mañana, llegamos a la terminal de autobuses de Ciudad Bolívar, en la cual nos estaba esperando Luis Guillermo, el dueño de la agencia con la que íbamos a hacer el tour del Salto Ángel. Nos llevo en taxi al aeropuerto, nos consiguió un desayuno, nos preparó los papeles y nos presentó a Mary, su esposa. Nos montaron en un avión con destino a Canaima, y nos despedimos de ellos hasta la vuelta. La avioneta, era un cacharro destartalado de ocho plazas, que daba bastante miedo, pero como no eramos los únicos incautos que montábamos....


Ahí conocimos a una pareja formada por una catalana, que estaba casada con un venezolano, Nuria y Juan Carlos, con los que estuvimos todo el viaje juntos, e hicimos buenas migas. A la llegada, nos comentaron que había un cambio de planes, y que nos preparásemos las cosas justas para irnos a ver el Salto Ángel, y dormir en un campamento en la selva. Nos reunió a todo el grupo nuestro guía, Gabriel se llamaba, y comenzamos el camino a la curiara, la embarcación que nos llevaría a nuestro destino. anduvimos un rato, y llegamos a la curiara.



En ese momento, fue cuando me sentí igual que un inmigrante ilegal tratando de llegar a las costas de otro país, con un sueño.El grupo estaba formado por 4 franceses, 4 italianos, 2 ingleses, 3 españoles y 1 venezolano. Para nuestro gusto, era demasiada gente, pero en Canaima todo está super-organizado. No hay ningún rato libre aparte de los programados. Tras tres horas y media de agonía, llegamos a Isla Ratón, el campamento situado en la base del Salto Ángel. Llovía como si se fuese a acabar el mundo, y el guía nos indicó que debíamos comenzar la ascensión por la selva ya que sino, se nos haría de noche. Pensaba que con lo que estaba cayendo, no veríamos nada,, y él, muy seguro, me dijo que al llegar arriba, estaría despejado.


Comenzamos a ascender por una camino lleno de raíces, agujeros, riachuelos, etc. Al cabo de 45 minutos, llegamos a una bifurcación, donde el camino picaba para arriba que no veas. Poco a poco fuimos ascendiendo, y tras una hora y cuarto, se abrió ante nosotros el espectacular Salto Ángel.






El Salto Ángel, es la mayor caída de agua natural del mundo, con sus 972 metros de altura, y los 30 que hay hasta el primer lugar accesible, forma un kilómetro de caída de agua. El agua, cuando está llegando a la base, llega totalmente pulverizada, como si de lluvia se tratase. Es algo imponente, impresionante, indescriptible lo que llegas a ver en esa maravillosa selva.

Después de media hora observando la majestuosidad de la cascada y de los alrededores, comenzamos el descenso hacia el campamento. Todo lo que antes había sido complicado, ahora lo era multiplicado por dos. No sólo tenías que estar pendiente del suelo, sino de donde ponías el pie, ya que iba anocheciendo, y cada vez veíamos menos. A falta de media hora para llegar, la noche nos alcanzo. El pensamiento que te viene a la cabeza es que con la luz de la luna, verás el camino. Lo que no tienes en cuenta es que estás en medio de la selva, y que no entra ni una sola gota de luz a través de las tupidas copas de los árboles. No veíamos tres en un burro, y para colmo, comenzó a llover de nuevo. Todos nos cogimos o tratábamos de seguir lo mejor posible al que llevábamos delante. Lo que en un principio era media hora, se convirtió en algo más de una hora, y después de pensar en agarrar del cuello a alguien y cagarme en lo más sagrado, llegamos al campamento de Isla Ratón.

Tras cambiarnos de ropa y escurrir la camiseta varias veces, nos cambiamos y dispusimos para la cena. Estuvimos cenando y charlando largo y tendido en el comedor del campamento. Ahí empezamos a conocernos un poquito más, y al abrigo de una botella de ron, hablamos con la pareja de ingleses, que tenían intención de hacer el tour por el Delta del Orinoco a la vez que nosotros.

A las once de la noche, nos fuimos todos a las hamacas a dormir. Unos con olor a pies, y otros con parte de la hamaca humedecida. Estuvimos un rato riéndonos de la situación que habíamos pasado, y al final, caímos rendidos.

Hasta mañana.

7 comentarios:

Enol dijo...

:D

Nefertiti dijo...

Impresionante y emocionante a la vez, pero...... sólo de leerte me he cansado que no veas, menudo viaje,horas por aqui, horas por alla.jajajajaja
Besosssss

MOÑO dijo...

Chuk ;)

Nefer, íbamos a eso. No buscábamos unas vacaciones al uso. Nuestro intención era desconectar mentalmente aún cansándonos físicamente.

David dijo...

Joder¡¡¡¡ si es que no habéis parado...... Sigo diciendo que ha tenidoque ser impresionante.

A Chuck le da envidia jajajajajaja

Espero que no sea nada grave lo del ojo, las gafas muy bien guardadas para que no se rompan,jajajaja un abrazo

Enol dijo...

Pues sí...

Carburo dijo...

Y no visteis por la izquierda de la cascada (la zona anaranjada) brillar las chapas de la via que abrieron el vasco Adolfo Madinabeitia y el madrileño Jesús Gálvez en marzo de 1990-> Ruta directa (1.150 m, A4/6b).

Tiene que ser una pasada escalarla con el rugido del agua a tu lado.. ¡¡

Pitufa dijo...

mmmmm pues no vimos la via nop..